Merluzeando

En el camino de la vida hay un momento en el que te encuentras delante de una bifurcación. Y tienes que tomar una decisión: ColaCao o Nesquik.

En realidad no te haces una pregunta al respecto. No te paras a pensarlo. Ni dices “yo creo que me gustan más los grumitos” o “a mí es que me gusta que se pueda deshacer en leche fría”.

No sacas un papel y te pones a enumerar las ventajas (y desventajas) de cada producto. Ni miras el bote, analizas las propiedades calóricas de cada uno y en función de eso decides tirar hacia un lado u otro.

En realidad, parece más bien al revés, que es el Nesquik o el ColaCao el que te elige a ti. Como si en aquella bifurcación que comentaba antes, un camino en concreto te fuera llamando como un canto de sirena y casi sin darte cuenta, como hipnotizado, acabaras tomando esa ruta.

Yo tomé el camino del ColaCao. Y fue un camino dulce y placentero.

Pero pasados los años, aquel sendero me puso ante otra encrucijada, otra bifurcación. Otra vez un camino que se dividía en dos y un letrero que rezaba: Culos o Tetas.

Mirando el dibujo… ¿Adivináis qué camino escogí yo?

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