Merluzeando

Cuando yo tenía quince o dieciséis años, empecé a enrollarme con chicas y a meterles mano. Siempre creí que era mejor que me quitaran la mano a que se quedaran con ganas de más. Prefería quedar de “sobrao” que de “pringao”. Así que yo siempre llegaba, hasta donde me dejaban.

Fue en esta época cuando apareció el tanga, lo que supuso toda una revolución ya que (aparte de disfrutar de miles de imágenes de culámenes en los folletos de ropa interior), descubrí que nos ahorraba un paso.

Porque tocarle el culo a una chica consistía en ir superando los siguientes pasos:

-Paso 1: Lo suyo era empezar tocando el culo por encima del pantalón. Si ella te dejaba llegar hasta ahí, podías dar el siguiente paso.

-Paso 2: Por dentro del pantalón. Ahí sentías el tacto de las braguitas, que ya resultaba de lo más excitante.

-Paso 3: Por dentro de las braguitas, llegando a palpar la tan ansiada carne.

Con la llegada del tanga, de repente, pasabas del paso 1 (por encima del pantalón) al paso 3 (el culo directamente), sin pasar por la estación de las braguitas (Paso 2).

Prodigioso. Que con tan poca tela, se pudiera avanzar tanto elevaba al tanga, a mi parecer, a obra de ingeniería.

Ahora me inclino más por las braguitas brasileñas que dejan todo el cachete al aire. ¡Qué rico! Me resulta más sexy, más sugerente… Pero hay que reconocer que en su momento el tanga fue toda una revolución.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Nos ahorraba un paso!!!!!!!!!!!!!!