Merluzeando

Querida Paula:

Ahora eres famosa, sales por la tele en varias series y programas, eres portada de la FHM y tal, así que seguramente no me recordarás. Yo curraba de ayudante de luces de Localia cuando tú trabajabas de reportera en el programa El Octavo Mandamiento de ese mismo canal. Eramos compañeros de trabajo, pese a que creo que nunca cruzamos una palabra.

Por aquel entonces, yo era una especie de “Jerk” americano, con gafas de pasta y el carné del club de ajedrez que pasaba las noches del sábado delante del ordenador jugando a un juego de estrategia on-line donde era el rey del mundo.

Y tú eras la reportera de moda, te paseabas por la redacción levantando la moral a todos los presentes que dejaban de teclear de manera frenética para verte pasar a cámara lenta “melena al viento” mientras sonaba una música sexy de desfile de Victoria Secret´s.

Cuando cerraron el canal, y los curritos nos fuimos a la calle mientras a los ejecutivos los re-ubicaban en otro puesto para seguir chupando del bote, yo lo sentí más que nada por no volver a verte en directo. Mi trabajo era malo y mal pagado, pero verte de lunes a jueves hacía que mereciera la pena.

En la fiesta de despedida del canal, te vi intentando pedir una copa sin mucho éxito, ya que la barra estaba hasta arriba de gente y la parte de abajo del Barbú (el garito) no es muy grande. Era mi oportunidad, estabas allí sola y pronto te perdería de vista, así que me acerqué a ti con aire de Bogart y te dije:
– Si quieres te pido una copa.

Tú dijiste:
– ¡Ay sí! Sería genial. Gracias.

Me hice paso hasta la barra como buenamente pude, pedí tu copa y entre tanto te comenté que tus reportajes eran lo que más me gustaban del programa:
-¿De verdad piensas eso? Muchas gracias. – respondiste con una sonrisa que eclipsaba tu escote.

Todo iba de fábula pero…

El camarero puso tu copa y yo te la acerqué (la copa…). Me fuiste a dar el dinero y yo respondí que te invitaba, eso te extrañó un poco y pusiste cara de “no entender”. ¡Atención amigos: ése es el momento en el que pasas de ser “un chico normal que pretende cortejar a una dama” a “un maldito degenerado que trata a las mujeres como prostitutas y piensa que por invitar a una copa ya tiene derecho a exigir favores sexuales”! Pero yo lo hice de buena fe, lo juro. ¿¿Qué hay de malo en que quisiera invitarte a una copa??

Tú me diste las gracias (one more time) aunque con el gesto torcido. Te diste la vuelta y no te volví a ver nunca más.

Aún no lo he superado.

Algún día volveremos a coincidir en un garito, estoy seguro. Y cuando llegue ese momento, me acercaré a ti y te diré:
– Yo mfksnfgkjh fkjñkjgv fj fjgfdogdfojvnfjk  – porque obviamente tendré que armarme de valor (alcohol) para acercarme a ti…

Tú pensarás que soy otro borracho más que se acerca a ti a darte la paliza pero seré yo el que me lleve una paliza, por parte de tu novio. Pero ninguna de las cicatrices que me deje tu novio, será como la que tú me dejaste en el corazón.

Un beso, jacuna mía!