Merluzeando

Hay una oveja de pelusa debajo de mi cama. Está formada por pequeñas pelusas que se han ido juntando como si fuera el T-1000 de Terminator 2 hasta llegar a ser lo que es hoy. Miro por debajo de la cama y allí está como si estuviera atrapada, me mira con ojos de cordero degollado. Creo que quiere que la libere, pero el caso es que por las noches cuando bala me quedo dormido ipso facto. Sus “bees” tienen un efecto somnífero que me ayuda mucho en estas noches de calor.

La he llamado “DOLLY”. Sí, ya sé que no es muy original pero al igual que aquellos científicos yo también la he creado de la nada. Me siento como un demiurgo así que en un acto de soberbia la he llamado Dolly y me he quedado tan a gusto.

He ido a una tienda de animales (donde compré el Bozal, por cierto) y he comprado una correa para poder sacar a Dolly. La he dado una vuelta por el barrio pero creo que no le ha acabado de gustar el paseo. Veía en su mirada que no acababa de comprenderla al sacarla por el barrio. Y la gente del barrio, desde luego, no me acaban de entender a mí pero creo que ya no se sorprenden de nada de lo que hago.

Por las noches los “bees” de Dolly han pasado a ser auténticas baladas llenas de dolor, de sentimiento, tienen un aire melancólico, hablan del destino y del “querer y no poder”. Cada vez se está poniendo más gorda y ya apenas cabe en mi habitación.

Creo que por fin he comprendido lo que quiere decirme. Le he pedido la furgoneta a un amigo (tiene una Wolsfwagen California que siempre he querido conducir) para llevarla al campo y liberarla. Una vez allí, nada más bajarla de la furgo vino una ráfaga de viento y disolvió a la pobre Dolly en miles de pequeñas nubes de pelusa que volaron por el monte. No lo he visto como un sacrificio ni nada parecido. No he sentido que traicionara a Dolly sino más bien como si la hiciera un favor, como si su última voluntad fuera soltar sus cenizas entre la hierba.

Descansa en paz, Dolly.

Ahora que he limpiado mi habitación, echo de menos sus baladas nocturnas y siento que ya no duermo en mi cuarto sino en una habitación de hotel.