Merluzeando

Hola Amiguillos,

Ahora lo que correspondería sería agradecer a todos vuestro apoyo. Contaros cómo fue la ceremonia y el guateque en los #Premios20Blogs… Pero como ya sabéis, tengo debilidad por los momentos patéticos en los que siento que he tocado fondo. Y como no puede ser de otra forma, en la gala de los blogs volví a tocar fondo. Os pongo en situación:

Acabábamos de ganar el premio a mejor blog de humor, estábamos exultantes y llevábamos ya varios mojitos.

Cuando de pronto oteamos en el horizonte a varios cómicos conocidos que conversaban animadamente. Eran David Broncano, Iñaki Urrutia y Flipy. Así que nos dirigimos hacia ellos para saludarles y darnos un poco a conocer. Los saludamos y fueron muy simpáticos. Les dimos la chapa (de merluzeando) y ellos nos preguntaron que de dónde éramos y tal…

El Enigmático estaba irreconocible, locuaz y dicharachero, conversaba con toda normalidad con los famosos comediantes. Yo estaba bloqueado, quería ser gracioso y no sabía qué decir. No sé muy bien a cuento de qué,  Iñaki Urrutia comentó que en un garito de Cádiz veía a Bunbury y yo ahí vi abrirse el cielo. Ese era mi momento, la oportunidad de entrar en la conversación y ser gracioso. ¡Haría mi imitación de Bunbury! Así que puse la pose de Raphael tan bunburiana, (¿o es al revés?) y solté con su característica voz:

   – Yo he bebido tequila del zapato de una prostituta mejicana….

Esperaba obtener de respuesta una carcajada general. Esperaba ver a los profesionales del humor retorciéndose en el suelo entre risas locas. Desternillándose. Pero no sucedió así…. Lo que pasó fue justo todo lo contrario. Me azotaron con el látigo de la indiferencia.

El tiempo se detuvo. Hubo un silencio sepulcral. Unas puertas del oeste se mecían rodeadas de una quietud sorprendente. Una brisa de aire. Un matojo de paja atravesando el plano. Al fondo se oyeron unos grillos, cri-cri, cri-cri.

La conversación siguió sin más. Obviaron mi imitación porque para qué, qué sentido tendría despilfarrar saliva comentando tamaña bobada. Yo, mientras, me fui haciendo pequeño, consciente de mi metedura de pata. Levanté la mirada y El Enigmático se llevaba la palma de la mano a la cara. Sabedor de que la había cagado como está mandao!

Después de aquello, El Enigmático me dijo que me había superado, que de los momentos ridículos y bochornosos de los que había sido testigo, ése, había sido el peor. Para acabar, me soltó una frase que aún retumba en mi cabeza:

– Pero tío… ¿Cómo puedes ganar un premio a mejor blog de humor y no ser gracioso?