Merluzeando

Comprarse calzoncillos es un salto al vacío porque no te los puedes probar y si no estás a gusto, los devuelves. Si no te sientan bien, pues ajo y agua.  Cuando descubres que “ese calzoncillo” te aprieta las pelotas, ya es demasiado tarde….

Mi teoría es que los fabricantes lo saben, así que en cada lote meten ‘un calzoncillo violador’ para echarse unas risas desde sus casas imaginándose la escena que han generado, como una especie de broma tácita. Como cuando descubres un pelo entre el queso de la pizza y sospechas que no es un pelo de la cabeza…

Yo cuando estreno gayumbos siempre tengo miedo de que me haya tocado ‘el calzoncillo violador’ ya que tiene la apariencia de un calzoncillo corriente, con la comodidad que esto aporta, pero en realidad al poco de ponértelo y echar a andar, la cosa cambia.

De repente, quiere convertirse en tanga, para lo cual trata de introducir la mayor parte de tela por tu trasero, con las molestias que esto conlleva. A lo que sigue un proceso de ascensión inexplicable a ojos de la física, el calzoncillo parece tener vida propia y trata de subir hasta los sobacos. En este momento tienes que tomar una decisión: izquierda o derecha. A esto se le denomina “The Bullfighter Effect”. Si no tomas la decisión de colocar tus pelotas a un lado u otro, cada uno de tus testículos colgará de su lado mientras el calzoncillo sigue su carrera hacia el cielo. Y eso duele.

En el mundo hay gente con mala sangre.