Merluzeando

Yo quiero tener hijos. No sé, dos o tres. Pero encuentro innecesario que en todo este tiempo haya tenido que llevar encima mis pelotas cuando de momento no me han hecho falta.

Reconozcámoslo chicos, las pelotas estorban. Si estás sentado y cruzas las piernas, corres el riego de pillarte un huevo, con el dolor que eso ocasiona. Si te pones un pantalón del año pasado y descubres demasiado tarde que te aprieta, tus partes estarán en tensión todo el día, con el dolor que eso ocasiona. Si juegas al fútbol, o a cualquier otro deporte, es muy probable que te lleves un balonazo en tus partes, con el dolor que eso…

¿No sería más lógico que te extirparan las pelotas y cuando las vayas a usar, porque realmente quieras tener niños, te las implanten?

“El enigmático a la par que atractivo ilustrador de merluzeando.com” se ha ofrecido voluntario para usar el bisturí si fuera necesario.

Si dejamos de lado las enfermedades de transmisión sexual… ¿¡cuántos problemas nos podríamos ahorrar sin que nuestros espermatozoides estuviesen siempre deseando encontrar un óvulo que fecundar!? Nuestros soldaditos estarían preparados para la guerra cuando hubiese una tierra que conquistar, y mientras tanto vivirían tranquilos. ¿Cuántos soldaditos hemos mandado a la guerra para que luego murieran en una emboscada de plástico?

Y a nivel social, ¿cuántos embarazos no deseados se podrían evitar? Pues todos.

Además, seamos sinceros, no son nada estéticos. ¿A quién le pueden gustar esos dos bultos colganderos llenos de pliegues? Puede que si les haces una fotografía muy de cerca (con un macro) y le metes un filtro de Instagram (el toaster por ejemplo), tus dos pelotas parezcan las dunas del desierto del Sahara, pero es muy improbable que eso ocurra, y si ocurriera serías un asco de tío (o serías un genio, aquí no hay medias tintas).

Lo normal es que trates de taparte esa parte de tu anatomía porque no es algo de lo que sentirse orgulloso. Incluso si los tienes muy gordos, lo único que conseguirás es que tu salchicha parezca más pequeña. Sin ellos no hay comparación posible, ¡tu salchicha es la protagonista!

También hay que tener en cuenta que es el punto más débil del género masculino. Si no los lleváramos encima todo el rato, seríamos indestructibles. No tendríamos talón de Aquiles.

Así que la solución parece sencilla: extirparse las pelotas. Tu chorra parecerá más grande, podrás hacerlo sin miedo a dejar embarazada a tu pareja, podrás ponerte en la barrera de una falta sin miedo a sufrir un dolor espantoso, y lo mejor de todo:

Nadie te tocará las pelotas. Jamás.